La seguridad aérea es de interés público y afecta a toda la sociedad (Javier Aguado del Moral)


In times of universal deceit, telling the truth becomes a revolutionary act (George Orwell)


Cuando el sabio señala la luna, el necio se queda mirando el dedo (Confucio)

viernes, 12 de junio de 2009

AENA, ¿RECUERDAS LOS ALFAQUES?

El 11 de julio de 1978 un camión cisterna cargado con 25 toneladas de propileno licuado se dirigía hacia Alicante por la N-340 desde la refinería Enpetrol de Tarragona. La cisterna tenía una capacidad aproximada de 45 metros cúbicos y la cantidad cargada era de unas 25 toneladas cuando la máxima cantidad permitida era de 19,35 toneladas a una presión de 8 bar. Además, la cisterna, fabricada en acero al carbono, no disponía de ningún sistema de alivio de presión.

Probablemente para ahorrarse el paso por el peaje, que el conductor del camión cisterna habría tenido que pagar de su propio bolsillo, decidió conducir por la N-340 en dirección sur. Después de recorrer 102 kilómetros, en el kilómetro 159,5, a las 14:35, al pasar por delante del camping "Los Alfaques", tuvo lugar la catástrofe. En ese momento, el camping tenía registradas unas 800 personas, y se estima que entre 300 y 400 se encontraban dentro del radio de la explosión, entre 0,5 y 1 km, que mató 158 personas.

En la investigación se probó que el camión cisterna circulaba sobrecargado. A consecuencia del exceso de presión el tanque de acero reventó y expulsó el gas licuado hacia el exterior, produciéndose la ignición
y explosión del mismo.


La bola de fuego resultante cubrió en un instante la mayor parte del campamento. Además, las altas temperaturas, de más de 2000ºC, hicieron que la gran cantidad de bombonas de gas que había en el propio campamento estallaran sumándose al fuego de la explosión. El conductor del camión y 157 veraneantes murieron. Tan alta fue la temperatura alcanzada que hasta hizo hervir el agua de la orilla, hacia donde la gente huía en un desesperado intento por salvar la vida.

Si la explosión hubiera sucedido unos minutos antes, las consecuencias habrían sido peores, ya que la carretera N-340 pasaba por el centro de San Carlos de la Rápita
, que en esa época del año podía tener unas 20.000 personas, entre residentes y veraneantes. Se calcula que la explosión se produjo justo un minuto después de abandonar el núcleo urbano.

Ya saben lo que pasó, señores de AENA.


El viernes pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, el Aeropuerto de Madrid-Barajas concedió su Premio del "Concurso Ambiental de Empresas" a CLH Aviación S.A., empresa responsable de un servicio de almacenamiento, distribución y suministro de combustible y lubricantes a aeronaves. El objetivo de este Concurso Ambiental de Empresas es destacar a organizaciones y empresas que, operando en el Aeropuerto de Madrid-Barajas, priorizan la minimización de los impactos ambientales asociados a su actividad.

AENA ha querido destacar la actuación de CLH Aviación, por su "esfuerzo continuado para minimizar el impacto medioambiental derivado de sus actividades e instalaciones en este Aeropuerto, así como por procurar una utilización adecuada en el almacenamiento y gestión de residuos, tanto en lo que se refiere a instalaciones como a la formación y sensibilización de su personal", según destacó Miguel Ángel Oleaga, director del Aeropuerto durante el acto de entrega. El trofeo, obra del escultor Raúl Bravo, representa la Torre de Control y está realizado íntegramente con materiales reciclados recogidos en el propio Aeropuerto de Madrid-Barajas.

AENA, dice ella, dentro de su compromiso con la sociedad para la protección del medio ambiente y de su contribución a la sostenibilidad del transporte aéreo, quiere con este reconocimiento, al mismo tiempo que evalúa la afección sobre un determinado aspecto ambiental, incentivar las mejores prácticas medioambientales dentro de la actividad de cada una de las empresas. Además, con motivo de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, el Aeropuerto de Madrid-Barajas ha llevado a cabo durante esta semana una serie de actos y actividades ambientales.

Desde Las mentiras de Barajas, recordamos que CLH Aviación es la propietaria de los 14 depósitos de combustible que almacenan 60 millones de litros de queroseno de aviación, combustible altamente inflamable. Estos depósitos están situados al aire libre, sobre un talud situado en el terraplén que sube al pueblo de Barajas, a unos 200 metros de donde se encuentran aparcados los aviones en las Terminales 1, 2, y 3, y a unos 15 a 20 metros sobre el nivel de esos aparcamientos y los edificios de dichas Terminales.


Los depósitos tienen todos los permisos preceptivos y cumplen todas las normas legales para este tipo de instalaciones. Sin embargo esta legalidad basada en normas de 1998, no justifica ignorar un riesgo de proporciones incalculables: la deflagración en cadena que tendría lugar provocada por la explosión de cualquiera de los depósitos, arrasaría literalmente el aeropuerto y el pueblo de Barajas.

Estas instalaciones de almacenamiento a cielo abierto están únicamente protegidas por una cerca de obra de apenas 2 m de altura y escasamente separada 10 m de los depósitos. Además, se encuentran rodeadas de viviendas en altura del pueblo de Barajas.


Este hecho, ya peligroso de por sí no es lo peor. Lo peor es que los depósitos están ubicados en la OFA EXTENDED (Zona de seguridad libre de objetos extendida) de la Pista 18R. Es decir, del área de seguridad en las inmediaciones de una pista, que todas las recomendaciones internacionales consideran debe estar despejada.

Este hecho se reconoce en el propio Plan Director de la ampliación de Barajas (Pág. 8.23): "El actual centro de almacenamiento de combustible se encuentra en una zona poco idónea, muy cerca de la Zona de Pasajeros actual."

Pero además, el propio Plan Director anticipa que el incremento de operaciones hace necesario ampliar la capacidad de almacenamiento de combustible hasta 94 millones de litros en ese mismo emplazamiento (Pág. 6.22)


En los Alfaques fueron 45.000 litros. En el aeropuerto de Madrid-Barajas hablamos de 60 millones de litros ampliables a 95 millones. Además, los depósitos están situados con suficiente elevación sobre el aeródromo para dispersar la deflagración sobre toda su superficie, y teniendo en cuenta que la dispersión del líquido inflamable solo cuenta con una única salida en caída hacia el aeropuerto.

Centenares de miles de personas se encuentran en peligro y AENA mientras tanto jugando a las canicas.

AENA ¿Recuerdas Los Alfaques?