CIUDADANOS DE SEGUNDA, PAÍS DE PRIMERA
Que vivimos en un país del primer mundo es algo que nadie duda, aunque al que fuera ministro de Hacienda, personaje de semblante y personalidad siniestros donde los haya que no duda en frotarse sus manos con las desgracias de sus conciudadanos, esa realidad le turbe su media sonrisa.
Que en nuestra piel de toro y en el siglo XXI se trate a sus habitantes como ciudadanos de segunda es algo que sí nos debería sorprender e indignar a todos, sin excepción.Hablo del trato que AENA, el ente empresarial público que gestiona los aeropuertos de España y la navegación aérea en el territorio nacional y dependiente del Ministerio de Fomento, da a los 800.000 madrileños afectados por el tráfico aéreo del Aeropuerto Internacional de Madrid-Barajas.
Resulta que el pasado 22 de mayo, día en el que se celebró la final de la Liga de Campeones entre el Inter de Milán y el Bayern de Munich, AENA decidió unilateralmente, sin comunicarlo a los posibles afectados, y con el permiso de la mal-llamada Agencia Estatal de Seguridad Aérea, suspender por la noche todas las restricciones sobre ruido en la operación del aeropuerto y permitir su uso a plena capacidad, como si de un lunes a primera hora de la mañana se tratase. Los vecinos tuvieron que soportar una noche de infierno. Humillados por el ruido que no los dejaba dormir, por la violación de sus derechos fundamentales recogidos en la Constitución y reconocidos por los tribunales, y lo que es peor, por la inseguridad jurídica del que todo es posible. Si esto fue ayer, ¿qué nos deparará el mañana? Se preguntaban muchos.
La excusa que esgrimió AENA fue que había que dar una buena imagen al exterior porque el turismo es importante para la economía. Es decir, están por encima las prisas de los forofos alemanes e italianos por volver a su país nada más terminar el partido de los derechos de los ciudadanos españoles.
Analizando el comportamiento de AENA, se observa un paralelismo con el trato que dispensan a sus ciudadanos los regímenes dictatoriales. Así, el modo de actuar de AENA es el mismo que en países como Cuba, China, Irán, etc., en los que dispensan un trato exquisito a los turistas mientras someten, niegan derechos y vejan la dignidad de sus ciudadanos.
Hablo de la España del siglo XXI, un país del primer mundo, pero en el que sus nacionales son tratados como ciudadanos de segunda.