Hay una urbanización en la zona norte de Madrid, en la que viven censados unos 3.073 residentes (según datos oficiales del Ayuntamiento de Algete, municipio del que forman parte muy a su pesar), situada a escasos metros de la autovía nacional 1 (A-1) y a un minuto escaso en línea recta de la cabecera de la pista 36L/18R del Aeropuerto de Madrid-Barajas.
Cualquier ingeniero aeronáutico que se dedique a diseñar rutas consideraría inevitable, al menos, pasar cerquita en la maniobra de ascenso después del despegue, e inevitable el sobrevuelo en la maniobra de aproximación.
Cualquier persona con sentido común y dos dedos de frente pensaría lo mismo: "no pueden no tener aviones por encima y por lo tanto no pueden no tener ruido."
Y sus residentes lo saben y así lo reconocen en privado. Lo asumen. Hay aviones y no queda más que aguantarse y tenerlos encima.
Pero echemos un vistazo a la historia. Cuando el día 5 de Noviembre de 1998 se inauguró la llamada Tercera Pista con las rutas naturales y objetivamente óptimas por criterios técnicos, de seguridad, ambientales y sociales, desde esta urbanización Domingo se iniciaron una serie de acciones que tuvieron como consecuencia el cambio de rutas por unas que sobrevolaban a otras zonas de Algete (el Distrito 5 – Pradonorte), Fuente el Saz, etc. Cabe recordar algunas de ellas:
Lanzamiento de cohetes a los aviones. Este hecho, absolutamente condenable y que puso en riesgo de accidente a los aviones que fueron "atacados", en países como Estados Unidos, cualquier otro país de Europa, o Israel sería considerado un acto de terrorismo, y sus responsables habrían sido detenidos, juzgados y condenados por ello. Suponemos que los pasajeros y tripulación de los aviones sentirían lo mismo que el objetivo militar del ataque que se muestra en la foto siguiente.
Cortes de carretera. Este hecho, absolutamente condenable, y que puso en riesgo la seguridad vial y detuvo las comunicaciones por una arteria principal de la Comunidad de Madrid, impidiendo con ello por ejemplo la circulación de los vehículos de emergencia, en otras regiones de España sería considerado un acto de kale borroka, y sus responsables habrían sido detenidos, juzgados y condenados por ello. ¿Cerrar el paso a los vehículos de emergencia, como una ambulancia que transporte a un enfermo de corazón? ¡Qué mas da! deben pensar, ¡nuestro patrimonio vale más!
Manifestaciones ilegales. Una de ellas, que tuvo lugar en el aeropuerto de Barajas al entrar en funcionamiento las llamadas cuarta y quinta pistas, y encima se saldó con la detención de sólo dos personas, y uno de ellos por portar un arma.
Con la entrada en funcionamiento de las cuarta y quinta pista consiguieron desviar los aviones hacia San Sebastián de los Reyes, Algete, Fuente del Fresno, Distrito 5-Pradonorte (Algete), Ciudalcampo, Fuente el Saz, Tres Cantos, etc.
Recientemente han ganado una demanda a AENA por lesión de derechos fundamentales. Los suyos. Nadie más en España parece tener derechos fundamentales excepto ellos. Una sentencia de este tipo debería ser inmediatamente aplicable a cualquier ciudadano. Pero así funciona la justicia en España: bien para los que tienen el dinero para pagarse un abogado, mal para los demás. ¿No somos todos los españoles iguales ante la ley? ¿No gozamos todos de los mismos derechos de la misma forma que tenemos los mismos deberes? Pues no, y menos para AENA.
AENA es débil con el que se muestra más fuerte, aunque sea por medios nada lícitos, y fuerte con el que se muestra débil, aunque sea en espera de la justa aplicación de los derechos fundamentales. Así que ya lo saben, vecinos sufridores del ruido de los aeropuertos de España, si no quieren ruido corten una carretera, así saldrán en los medios y AENA les hará caso. Y si cierran el paso a una ambulancia o coche de bomberos más caso les harán.
¿Por qué AENA no aplica la ley e impone las servidumbres de paso a las viviendas de esta urbanización? Las aísla y compensa tal y como impone la ley y asunto cerrado. Y que los aviones vayan por donde técnica, ambiental, socialmente y por seguridad deben ir, en línea recta hasta que alcancen la altura necesaria y entonces puedan girar.