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martes, 29 de julio de 2014

ACCIDENTE AÉREO DE LA COMPAÑIA SWIFTAIR OPERADO POR AIR ALGERIE EN MALI


Un MD-83, propiedad de la compañía aérea española Swiftair, vuelo AH5017 operado por la compañía argelina Air Algerie, procedente de Uagadugú (capital de Burkina Faso) y con destino a Argel, se estrelló el pasado jueves 24 de julio en un área semidesértica, a unos 90 kilómetros al sur de la ciudad de Gao, en la región de Gossi, al norte de Mali. El vuelo despegó de la capital de Burkina Faso a las 1:17 GMT (3:17 hora peninsular) y tenía la hora de llegada prevista a las 5:11 (07.11 hora peninsular). En el accidente fallecieron los seis miembros de la tripulación, todos españoles, y los 110 pasajeros que iban a bordo, entre ellos 51 franceses y 24 nacionales de Burkina Faso.


El avión, que desapareció de los radares y perdió el contacto con las autoridades de aviación civil argelinas cuando sobrevolaba el Sahel de Malí, aún a 500 kilómetros de la frontera con Argelia, fue localizado gracias a un dron de observación francés de la base de Niamey (Níger), tras una intensa búsqueda realizada por equipos de Francia, Argelia, Níger y Malí. De hecho las cajas negras están ya en manos de las autoridades francesas.


Lo último que detectaron los radares fue un imprevisto cambio de rumbo sobre el itinerario previsto, probablemente provocado por algún imprevisto meteorológico. Según esta hipótesis, la aeronave no habría soportado las inclemencias meteorológicas o las perturbaciones causadas debido al conocido como el FIT (Frente Inter Tropical). El Sahel, un paraje seco en el que apenas hay carreteras y en la que, en esta época del año, coincidente con la temporada de lluvias, las temperaturas pueden alcanzar los 45 grados y son continuas las tormentas eléctricas. De hecho esta zona tiene un mayor porcentaje de accidentes aéreos que el resto del planeta por sus pobres infraestructuras y complejidad climática. Desde 2009 a 2013 se han registrado 61 accidentes en el norte de África, con un porcentaje de 13,47 incidentes por cada millón de horas de vuelo, mientras que la media mundial está en solo 2,51 incidentes.

Aunque se trataron de especulaciones tras el atentado de Ucrania, en un primer momento se barajó la hipótesis de que el MD-83 sufriera algún ataque con un misil o una bomba colocada en su interior. Aunque un avión en pleno vuelo y a velocidad de crucero es muy difícil de alcanzar desde tierra con un misil portátil como los que suelen utilizar las guerrillas, con una presencia significativa en la zona. Además las autoridades de Burkina Faso se apresuraron a demostrar que el aeropuerto de su capital cuenta desde hace tiempo con detectores de explosivos y que, por lo tanto, ninguna bomba había podido pasar al interior de la nave. Los restos del avión, totalmente desintegrado, están muy concentrados en el lugar, lo que podría indicar que no hubo una explosión previa en el aire. Además en la zona se percibe un fuerte olor a queroseno, un indicio de que los depósitos de combustible no se fracturaron en el aire antes de chocar contra el suelo y que no ardieron por una eventual explosión en vuelo.


Swiftair, es una pequeña compañía con 30 aviones de medio o bajo tonelaje a su cargo. La mayoría de su flota es carguera y opera regularmente para compañías como Air Europa y Air Algèrie, o para organizaciones como la OTAN. Cuestión aparte, aunque importante, son las condiciones laborales con las que trabajan los empleados de la compañía; hecho denunciado por el SEPLA en el número 166 de 2013 de su revista Mach 82. Bajo el título "Swiftair institucionaliza la precariedad laboral", SEPLA denunció a la aerolínea por aplicar una política de ahorro de costes a costa de precarizar al límite la profesión de piloto.


Los seis miembros de la tripulación.


El avión es un MD-83, fabricado en 1996, y considerado por algunos expertos más frágil que el Boeing 727 a la hora de enfrentarse a las turbulencias que generan los choques de las masas de aire tropical continental, caliente y seco, contra el aire tropical marítimo, fresco y húmedo, que los más veteranos localizan en ese cruce aéreo del desierto. La aeronave había sido objeto de un control por parte de la Dirección General de la Aviación Civil francesa y una inspección más a fondo hace menos de un mes.

Tras el accidente y según la normativa aérea, se llevará a cabo una investigación que debería dirigir el país donde cayó el avión, Malí. Si no tuviera la capacidad suficiente para afrontarla podría delegarla en otra autoridad. Dada la inacción del gobierno español ante esta tragedia, a pesar de tratarse de una compañía española y que los seis tripulantes eran españoles, será el gobierno francés tomará las riendas de la misma.

Se puede consultar la información técnica en la web de la Aviation Safety Network (ASN).


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El tratamiento que ha dado el Gobierno de España al accidente de un avión de una compañía aérea española, si bien operado por Air Algerie, en el que toda la tripulación era española, es cuando menos sorprendente. Ha actuado como mero observador y lo ha tratado con la misma frialdad y lejanía como el accidente de Taiwán, ocurrido el día anterior, con la excepción del llamado gabinete de crisis que, conociendo al presidente del gobierno y su cuadrilla, no habrá pasado de ser un grupo de whatsapp.

Contrasta el dejar pasar los acontecimientos y esperar a ver si el avión aparece del gobierno español con la contundente y efectiva actuación de las autoridades francesas que, desde el primer momento, se implicaron en la búsqueda del avión siniestrado con determinación y medios.

Si lógica es la implicación francesa, por el gran número de pasajeros de esta nacionalidad y su influencia en la zona,, tibia e irresponsable ha sido la implicación española, teniendo en cuenta que la nacionalidad de la compañía propietaria de la aeronave y de toda la tripulación es española.

Recomendamos la lectura de la editorial publicada en Aviación Digital Francia se vuelca, España observa, tras el accidente del DAH5017, y que cada cual saque sus conclusiones.

Y nos fijamos en el hecho que comentamos anteriormente sobre la responsabilidad de la investigación y la pertinente observación que se realiza en Aviación Digital

También está la cuestión de quién realizará la investigación del siniestro. Teóricamente la competencia la tendrían las autoridades de Mali. En segundo lugar debería ser la CIAIAC española, puesto que la aeronave es de esta nacionalidad. Pero todo indica que también será Francia, mediante la BEA, la que lleve el peso de la investigación. De hecho las cajas negras parece ser que ya se estarían enviando a Francia para su apertura y análisis. También es cierto que a bordo de un Falcon del Ejército del Aire con destino a Bamako, habrían viajado 2 miembros de la CIAIAC española, junto con 5 policías y, aunque no totalmente confirmado, 2 personas de la compañía Swiftair, para participar en la investigación sobre el terreno, cuyo acceso a la zona 0, requiere un último trayecto de al menos 6 horas en coche por la sabana.


Este gobierno siempre ha mostrado una falta de sensibilidad y responsabilidad en sus actuaciones y veracidad en sus declaraciones, pero cuando hay vidas de por medio, esta forma de actuar es una traición a todos los ciudadanos españoles fuera de nuestras fronteras, que ya saben nunca tendrán el apoyo de su gobierno ni vivos ni muertos.

Si en Francia dio la cara el presidente de la República, Francois Hollande, ¿de qué se esconde el, por desgracia, todavía presidente Mariano Rajoy?
Desde Las mentiras de Barajas, expresamos nuestras condolencias y solidaridad a los familiares de las víctimas. Descansen en paz.

ACCIDENTE AÉREO DE LA COMPAÑÍA TRANSASIA EN TAIWÁN



46 personas fallecieron tras estrellarse un avión de la compañía TransAsia Airways cuando realizaba un aterrizaje forzoso en la isla de Penghu, al oeste de Taiwán, el pasado 23 de julio a las 19:06 hora local. El avión taiwanés, un bimotor ATR 72-500 (72-212A) que llevaba 14 años en servicio y tenía capacidad para 70 pasajeros, había partido con retraso de Kaohsiung, en el sur de la isla, con 54 pasajeros y 4 miembros de la tripulación a bordo, y se estrelló cerca del aeropuerto de Magong, en Penghu (también conocida como Pescadores).

Tras un primer intento fallido de aterrizaje debido a la fuerte lluvia y la mala visibilidad, el piloto volvió a pedir autorización para la maniobra, pero la torre de control perdió contacto con la cabina cuando el aparato se encontraba a una altura de 100 metros, y fue tras frustrar el segundo intento cuando se estrelló contra dos edificios, en la localidad de Hushi. Antes del accidente la torre de control del Aeropuerto de Macong perdió contacto con el avión.



La causa del accidente fue el mal tiempo, consecuencia del paso del tifón Matmo por la zona, y que desde primeras horas de la mañana había provocado intensas lluvias y fuertes vientos de más de 100 km/h a su paso por Penghu. Según la compañía aérea, el piloto, de 60 años y el copiloto, de 39, acreditaban cada uno más de 20.000 horas de vuelo. No obstante, la Comisión de Investigación de la Seguridad Aérea taiwanesa, que ya ha recuperado una de las cajas negras del aparato, abrirá una investigación para determinar si el accidente se ha debido al mal tiempo, a un fallo mecánico o un error humano.

Se trata del primer accidente aéreo mortal de un avión de pasajeros de esta línea aérea, y el quinto de una compañía taiwanesa en los últimos 25 años. El más grave de ellos ocurrió en el aeropuerto japonés de Nagoya, cuando un aparato de la línea aérea China Airlines se estrelló y dejó 264 muertos, según recuerda la agencia de noticias taiwanesa.

TransAsia, fundada en 1951, cubre sobre todo rutas internas taiwanesas, aunque también cuenta con diversas rutas a otros destinos asiáticos, en países como Tailandia, Camboya o Japón.

Fuentes: El Mundo, El País, Aviation Safety Network.

Datos técnicos disponibles es posible consultarlos en ASN