miércoles, 2 de marzo de 2011
LA AENA DE ALÍ PEPIÑO Y LOS CUARENTA LADRONES
Unos las hacen por motivos económicos: sacar dinero, otros por motivos ideológicos: adelgazar la administración y su entramado empresarial y devolver a la sociedad lo que le pertenece (a sus sociedades, pasadas, presentes y futuras, quieren decir) y de paso sacar dinero; aunque todos argumentan motivos técnicos: mejorar la eficiencia para ofrecer un mejor servicio más barato, y que son el camelo de la postventa mediática.
Los ideológicos venden las que son rentables para satisfacer el apetito depredador de sus mentores; los otros también, porque es lo único que consiguen vender.
Lo cierto es que casi nunca funcionan como demuestran las que llevaron a cabo en el Reino Unido en la época del neoliberalismo thatcheriano.
Suelen convertirse en retiro dorado de políticos afines y que, casualmente, fueron artífices o partícipes del expolio, donde reciben esos sueldos euromillonarios, compensatorios y bien merecidos, anhelan ellos, después de la miseria que, consideran ellos, cobraron en política.
¿Quiénes ganan? Los de siempre: la banca y afines, y los artífices o partícipes.
¿Quiénes pierden? Los de siempre: los ciudadanos, a los que se les hurta su patrimonio social, y los trabajadores, a los que se les hurta su futuro laboral y profesional.
Hablamos de las privatizaciones. El político de turno vende la calle por la que paseabas libremente hasta hace poco, disfrutando del sol o de la lluvia, y que sufragaste en un pequeño porcentaje con tus impuestos. La vende a un banco, que al poco tiempo lo nombra Asesor de Inversiones Sobrevenidas y que es el sustantivo políticamente correcto con el que se define al político ladrón. El banco te cobrará por lo que antes hacías libremente: pasear por la calle bajo el sol o la lluvia; si hace sol el precio es el doble. El banco despide a la mitad de la plantilla, a la otra le rebaja los sueldos y le elimina los beneficios sociales en la misma medida que crea los incentivos para el cuerpo directivo. Curiosamente no deja de recibir ayudas, subvenciones, porque realiza una actividad de interés público, que se alimentará de tus impuestos. Si la cosa no funciona no tienen de qué preocuparse, porque solicitarán un paréntesis en la economía de mercado y resucitar a Keynes, es decir, más porcentaje de tus impuestos, mientras el cuerpo directivo se autoflagela con un traumático y centesimal descenso en su bonus empresarial, por supuesto recuperable en el siguiente ejercicio, más el sobrecoste por el trauma sufrido.
Esto es lo que han hecho con AENA y harán con las cajas de ahorro y las Loterías del Estado. Lo mismo que hicieron antes con nuestro patrimonio como ciudadanos españoles: Iberia, Telefónica, Repsol, Endesa, etc.
Tengamos cuidado, porque mañana te privatizan tu casa… por el bien de todos y en especial del suyo.
Mientras, tú has pagado, pagas y pagarás tus impuestos.
Entonces vino Alí Pepiño y los cuarenta ladrones que habitaban la cueva de AENA para expoliarnos el 49%, y lo llamaron sociedad mercantil estatal Aena Aeropuertos, S.A.
Y lo que desde tiempos bíblicos se conocía por robar y estaba repudiado socialmente en lo que llamaron séptimo mandamiento, ahora se enseñaba en las escuelas de negocios y en su lenguaje políticamente correcto lo llamaron Real Decreto Ley 13/2010.
Aena Aeropuertos, S.A. tendrá un objetivo: maximizar el beneficio, y sería la primera que no lo hace a costa de la calidad en el servicio y la seguridad. Desde Aviación Digital preguntan acertadamente si ¿Aparecerán los de la tercera foto, en una AENA privatizada en sus servicios esenciales?
Nos preguntamos ¿quién será el responsable en caso de accidente en el inseguro Aeropuerto de Madrid-Barajas?
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