El Aeropuerto de Madrid-Cuatro Vientos (código OACI: LECU y LEVS) es una instalación aeroportuaria de segunda categoría de la red de AENA, situada a 8 kilómetros de Madrid. Fundado en el año 1911, es el aeródromo más antiguo de España.
Desde los años 1970 tiene un uso conjunto cívico y militar. Por lo que respecta a los vuelos civiles, en la actualidad se dedica de forma casi exclusiva a la aviación general y ejecutiva ligera; operado fundamentalmente por escuelas de vuelo, empresas y compañías de trabajos aéreos y servicios públicos. También es la base en Madrid de varios servicios del Estado, como los helicópteros de vigilancia de la Dirección General de Tráfico, la Policía Nacional y del Museo de Aeronáutica y Astronáutica de España.
Cuenta con una plataforma de 1.500 metros de longitud y 30 de ancho (las pistas 10-28 con direcciones 096º y 276º, que son las orientaciones de los vientos dominantes en el área de Madrid), un edificio terminal, una pista no pavimentada para uso de la base aérea, tres torres de control y otras instalaciones auxiliares. De las tres torres de control una es un museo, otra está fuera de servicio y cerrada, y la tercera, que se construyó separada del resto de edificios, es de reciente construcción y está operativa. El aeropuerto funciona desde las 9:00 hasta la puesta del sol, tanto en período de invierno como en verano.
Se trata de un aeródromo encajonado entre edificios y cuyo futuro inmediato será el cierre y traslado de la actividad a otro alejado de Madrid, seguramente el Aeropuerto de Casarrubios del Monte (LEMT). Mientras tanto las entidades y colectivos implicados, empresas usuarias del aeródromo, trabajadores del aeropuerto, ayuntamiento de Madrid y gestor aeroportuario AENA y los vecinos mantienen, desde hace años, un intenso y a veces acalorado debate sobre las inconveniencias que provoca y los riesgos operativos.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Sencillamente porque el aeropuerto data de 1911 y las ciudades crecen, y lo que en un momento queda lejos, con el paso del tiempo queda muy cerca. Así ha pasado con muchas infraestructuras e instalaciones, desde centrales eléctricas, fábricas, depósitos de combustible, etc., que finalmente se trasladaron y reubicaron en otras zonas más alejadas y seguras; y los aeropuertos no han de ser ni más ni menos. Razonar que el aeropuerto ya estaba aquí antes y por eso dispone de derechos adquiridos sobre el territorio es tan absurdo y estéril como intentar perpetuar el sistema feudal de clases o cualquier otro anacronismo y negar el disfrute de los derechos legalmente reconocidos a las nuevas generaciones. Así, la cabecera de la pista 10 está rodeada por la autopista M-40 y la zona sur del aeropuerto se encuentra ocupada por instalaciones del Metro de Madrid, mientras que la zona norte y la cabecera de la pista 28 han quedado encerradas por edificios residenciales e industriales. De hecho la cercanía de algunos edificios residenciales de hasta 45 metros de altura sobre el umbral de la pista, hacen complicada y peligrosa la operación del aeropuerto. Una situación que pone en riesgo la seguridad de los vuelos y la calidad de vida. (Fuentes: Wikipedia y Aeropuertos.net)
¿Quiénes son los responsables de la situación actual? De todos; aunque por orden de importancia la cúspide de la pirámide la ocupan los planificadores del desarrollo de la ciudad, si tal especimen existe entre la fauna político-gestora española; luego están aquellos que sucesivamente van ocupando las concejalías responsables y por supuesto los alcaldes que ceden a las presiones e intereses urbanístico-especuladores por parte de promotores y constructores, también los consejeros y sucesivos presidentes de la Comunidad de Madrid; AENA y demás entidades u organismos civiles y militares que hayan actuado o actúen como gestores aeroportuarios, por permitir la construcción de edificaciones que pongan en riesgo la operación, y en la base de esta pirámide se encuentran los compradores de las viviendas, auténticos paganos de una situación que conocían al adquirir la vivienda pero que seguramente no eran conscientes en su totalidad de las implicaciones y riesgos que conllevó la adquisición de su vivienda. Así, la situación actual a la que se enfrentan vecinos y usuarios del aeropuerto son el ruido que generan los aviones al sobrevolar la zona, aunque de ninguna forma comparable al que soportan los residentes en las áreas de influencia del Aeropuerto de Madrid-Barajas, y el riesgo durante las fases de aproximación y despegue, principalmente.
Además, el primer domingo de cada mes, excepto enero y agosto, el aeropuerto se cierra durante una hora para celebrar una exhibición de aviones de época organizada por la Fundación Infante de Orleans (FIO), uno de los museos de aeronaves históricas en vuelo más importantes de Europa. Fue durante uno de estos espectáculos aéreos cuando pasadas las 13:15 del pasado domingo 5 de mayo ocurrió el accidente de un avión saeta bimotor español de los años 50 pilotado por el comandante del Ejército del Aire Ladislao Tejedor, que falleció en el siniestro, y único ocupante del mismo, al estrellarse contra el exterior de un hangar que acoge los helicópteros de la Policía Nacional, y a escasos 500 metros de donde se sitúan los espectadores. Además hubo 8 personas, entre ellos tres policías nacionales que trabajaban en el hangar y el padre del comandante, que resultaron heridas de diversa consideración al intentar socorrer al piloto.
Foto del Saeta accidentado en Cuatro Vientos tomada por Ricardo Torija, colaborador de Aviación Digital, el pasado día 7 de abril.
Según el testimonio de varios testigos el piloto perdió el control del avión y tocó con la cola en un poste de uno de los locales del aeródromo. El choque fue tan violento que se desprendió un ala del aparato y destrozó seis vehículos que estaban aparcados delante de los hangares, entre ellos un coche patrulla de la Policía Nacional. El resto del aparato colisionó contra la entrada principal del hangar y se incendió. La columna de humo fue visible desde municipios cercanos como Leganés y Alcorcón. Adjuntamos enlace de la noticia de El Mundo en el que se muestra el video del accidente.
El comandante Tejedor, de 35 años, era un veterano piloto de reactores. Estuvo destinado en el Ala 23 de Instrucción de Caza y Ataque de Talavera la Real (Badajoz), así como en el Ala 12, en Torrejón de Ardoz (Madrid) como piloto de F-18, avión para el que realizó el curso de adaptación en el Ala 15 de Zaragoza. Había participado en operaciones de exclusión aérea sobre Libia en 2011 y había estado destinado en el destacamento de Herat en Afganistán. El Equipo de Las mentiras de Barajas le envía sus condolencias a la familia del comandante Tejedor.
Este accidente, que no es el primero que sucede, pone de actualidad otra vez la problemática del aeródromo de Cuatro Vientos y hace que volvamos a preguntarnos ¿qué hace un aeropuerto como éste en medio de la ciudad de Madrid? ¿Por qué se llevan a cabo exhibiciones aéreas en este aeródromo? Y ¿hasta cuándo seguirán los vecinos soportando el ruido y la inseguridad inherente a la fase final de las operaciones de aproximación y a la fase inicial de las operaciones de despegue?
Otras cuestiones es si lo ocurrido el domingo 5 de mayo fue una accidente evitable; aunque en situaciones como ésta lo que sí son evitables son las consecuencias. Como sucedió en el Aeropuerto de Madrid-Barajas en el accidente del vuelo JK5022, donde la sucesión de errores, hasta el último momento, fue evitable, y las consecuencias finales también. Recomendamos en este sentido la lectura del artículo publicado en Aviación Digital sobre el accidente del LZ129 Hinderburg, que también fue una tragedia evitable, como todas.
Inevitablemente los vecinos han reaccionado. Así, la Asociación de Vecinos de Carabanchel publicó un comunicado en el que, además de transmitir "las condolencias a la familia del fallecido, y desear la pronta recuperación de los heridos" recuerda las denuncias realizadas en varias ocasiones, lo peligroso que es tener un aeropuerto "que ha quedado rodeado por viviendas por la temeraria y especulativa política urbanística llevada a cabo por los últimos gobiernos del Ayuntamiento y Comunidad de Madrid" y el peligro añadido que suponen estas exhibiciones aéreas que sobrevuelan, a muy poca altura, las viviendas.Además los vecinos recordaron que hace ya varios años la Comunidad de Madrid se comprometió a trasladar dicho aeropuerto a otro lugar más seguro, y que las exhibiciones se trasladarían a Getafe. Promesas y más promesas que se han llevado los cuatro vientos.
También nos enteramos que el aeropuerto de Cuatro Vientos solo disponía de dos bomberos en el momento del accidente y que un responsable del servicio alertó del riesgo para la seguridad tras el recorte de la plantilla (leer la noticia de El País). ¿Acaso piensan que no sabemos que todos los aeropuertos, no ya de la red secundaria sino principal, y entre ellos Madrid-Barajas no son ajenos a estos recortes? Si volviera a suceder otro accidente en Barajas ¿habrá suficientes bomberos para hacer frente a lo que suceda, o volveremos a lamentarnos por los recortes que todo lo pueden menos con lo y los que deben?
En estos momentos no sólo vale lamentarse sino buscar responsables y que paguen por ello y prevenir para que este tipo de accidentes no vuelvan a ocurrir y, en cualquier caso, tomar las decisiones e implantar las medidas necesarias para que las consecuencias no sean, otra vez, las más trágicas, ni en este aeropuerto ni en ningún otro.
Desde los años 1970 tiene un uso conjunto cívico y militar. Por lo que respecta a los vuelos civiles, en la actualidad se dedica de forma casi exclusiva a la aviación general y ejecutiva ligera; operado fundamentalmente por escuelas de vuelo, empresas y compañías de trabajos aéreos y servicios públicos. También es la base en Madrid de varios servicios del Estado, como los helicópteros de vigilancia de la Dirección General de Tráfico, la Policía Nacional y del Museo de Aeronáutica y Astronáutica de España.
Cuenta con una plataforma de 1.500 metros de longitud y 30 de ancho (las pistas 10-28 con direcciones 096º y 276º, que son las orientaciones de los vientos dominantes en el área de Madrid), un edificio terminal, una pista no pavimentada para uso de la base aérea, tres torres de control y otras instalaciones auxiliares. De las tres torres de control una es un museo, otra está fuera de servicio y cerrada, y la tercera, que se construyó separada del resto de edificios, es de reciente construcción y está operativa. El aeropuerto funciona desde las 9:00 hasta la puesta del sol, tanto en período de invierno como en verano.
Se trata de un aeródromo encajonado entre edificios y cuyo futuro inmediato será el cierre y traslado de la actividad a otro alejado de Madrid, seguramente el Aeropuerto de Casarrubios del Monte (LEMT). Mientras tanto las entidades y colectivos implicados, empresas usuarias del aeródromo, trabajadores del aeropuerto, ayuntamiento de Madrid y gestor aeroportuario AENA y los vecinos mantienen, desde hace años, un intenso y a veces acalorado debate sobre las inconveniencias que provoca y los riesgos operativos.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Sencillamente porque el aeropuerto data de 1911 y las ciudades crecen, y lo que en un momento queda lejos, con el paso del tiempo queda muy cerca. Así ha pasado con muchas infraestructuras e instalaciones, desde centrales eléctricas, fábricas, depósitos de combustible, etc., que finalmente se trasladaron y reubicaron en otras zonas más alejadas y seguras; y los aeropuertos no han de ser ni más ni menos. Razonar que el aeropuerto ya estaba aquí antes y por eso dispone de derechos adquiridos sobre el territorio es tan absurdo y estéril como intentar perpetuar el sistema feudal de clases o cualquier otro anacronismo y negar el disfrute de los derechos legalmente reconocidos a las nuevas generaciones. Así, la cabecera de la pista 10 está rodeada por la autopista M-40 y la zona sur del aeropuerto se encuentra ocupada por instalaciones del Metro de Madrid, mientras que la zona norte y la cabecera de la pista 28 han quedado encerradas por edificios residenciales e industriales. De hecho la cercanía de algunos edificios residenciales de hasta 45 metros de altura sobre el umbral de la pista, hacen complicada y peligrosa la operación del aeropuerto. Una situación que pone en riesgo la seguridad de los vuelos y la calidad de vida. (Fuentes: Wikipedia y Aeropuertos.net)
¿Quiénes son los responsables de la situación actual? De todos; aunque por orden de importancia la cúspide de la pirámide la ocupan los planificadores del desarrollo de la ciudad, si tal especimen existe entre la fauna político-gestora española; luego están aquellos que sucesivamente van ocupando las concejalías responsables y por supuesto los alcaldes que ceden a las presiones e intereses urbanístico-especuladores por parte de promotores y constructores, también los consejeros y sucesivos presidentes de la Comunidad de Madrid; AENA y demás entidades u organismos civiles y militares que hayan actuado o actúen como gestores aeroportuarios, por permitir la construcción de edificaciones que pongan en riesgo la operación, y en la base de esta pirámide se encuentran los compradores de las viviendas, auténticos paganos de una situación que conocían al adquirir la vivienda pero que seguramente no eran conscientes en su totalidad de las implicaciones y riesgos que conllevó la adquisición de su vivienda. Así, la situación actual a la que se enfrentan vecinos y usuarios del aeropuerto son el ruido que generan los aviones al sobrevolar la zona, aunque de ninguna forma comparable al que soportan los residentes en las áreas de influencia del Aeropuerto de Madrid-Barajas, y el riesgo durante las fases de aproximación y despegue, principalmente.
Además, el primer domingo de cada mes, excepto enero y agosto, el aeropuerto se cierra durante una hora para celebrar una exhibición de aviones de época organizada por la Fundación Infante de Orleans (FIO), uno de los museos de aeronaves históricas en vuelo más importantes de Europa. Fue durante uno de estos espectáculos aéreos cuando pasadas las 13:15 del pasado domingo 5 de mayo ocurrió el accidente de un avión saeta bimotor español de los años 50 pilotado por el comandante del Ejército del Aire Ladislao Tejedor, que falleció en el siniestro, y único ocupante del mismo, al estrellarse contra el exterior de un hangar que acoge los helicópteros de la Policía Nacional, y a escasos 500 metros de donde se sitúan los espectadores. Además hubo 8 personas, entre ellos tres policías nacionales que trabajaban en el hangar y el padre del comandante, que resultaron heridas de diversa consideración al intentar socorrer al piloto.
Foto del Saeta accidentado en Cuatro Vientos tomada por Ricardo Torija, colaborador de Aviación Digital, el pasado día 7 de abril.
Según el testimonio de varios testigos el piloto perdió el control del avión y tocó con la cola en un poste de uno de los locales del aeródromo. El choque fue tan violento que se desprendió un ala del aparato y destrozó seis vehículos que estaban aparcados delante de los hangares, entre ellos un coche patrulla de la Policía Nacional. El resto del aparato colisionó contra la entrada principal del hangar y se incendió. La columna de humo fue visible desde municipios cercanos como Leganés y Alcorcón. Adjuntamos enlace de la noticia de El Mundo en el que se muestra el video del accidente.
El comandante Tejedor, de 35 años, era un veterano piloto de reactores. Estuvo destinado en el Ala 23 de Instrucción de Caza y Ataque de Talavera la Real (Badajoz), así como en el Ala 12, en Torrejón de Ardoz (Madrid) como piloto de F-18, avión para el que realizó el curso de adaptación en el Ala 15 de Zaragoza. Había participado en operaciones de exclusión aérea sobre Libia en 2011 y había estado destinado en el destacamento de Herat en Afganistán. El Equipo de Las mentiras de Barajas le envía sus condolencias a la familia del comandante Tejedor.
Este accidente, que no es el primero que sucede, pone de actualidad otra vez la problemática del aeródromo de Cuatro Vientos y hace que volvamos a preguntarnos ¿qué hace un aeropuerto como éste en medio de la ciudad de Madrid? ¿Por qué se llevan a cabo exhibiciones aéreas en este aeródromo? Y ¿hasta cuándo seguirán los vecinos soportando el ruido y la inseguridad inherente a la fase final de las operaciones de aproximación y a la fase inicial de las operaciones de despegue?
Otras cuestiones es si lo ocurrido el domingo 5 de mayo fue una accidente evitable; aunque en situaciones como ésta lo que sí son evitables son las consecuencias. Como sucedió en el Aeropuerto de Madrid-Barajas en el accidente del vuelo JK5022, donde la sucesión de errores, hasta el último momento, fue evitable, y las consecuencias finales también. Recomendamos en este sentido la lectura del artículo publicado en Aviación Digital sobre el accidente del LZ129 Hinderburg, que también fue una tragedia evitable, como todas.
Inevitablemente los vecinos han reaccionado. Así, la Asociación de Vecinos de Carabanchel publicó un comunicado en el que, además de transmitir "las condolencias a la familia del fallecido, y desear la pronta recuperación de los heridos" recuerda las denuncias realizadas en varias ocasiones, lo peligroso que es tener un aeropuerto "que ha quedado rodeado por viviendas por la temeraria y especulativa política urbanística llevada a cabo por los últimos gobiernos del Ayuntamiento y Comunidad de Madrid" y el peligro añadido que suponen estas exhibiciones aéreas que sobrevuelan, a muy poca altura, las viviendas.Además los vecinos recordaron que hace ya varios años la Comunidad de Madrid se comprometió a trasladar dicho aeropuerto a otro lugar más seguro, y que las exhibiciones se trasladarían a Getafe. Promesas y más promesas que se han llevado los cuatro vientos.
También nos enteramos que el aeropuerto de Cuatro Vientos solo disponía de dos bomberos en el momento del accidente y que un responsable del servicio alertó del riesgo para la seguridad tras el recorte de la plantilla (leer la noticia de El País). ¿Acaso piensan que no sabemos que todos los aeropuertos, no ya de la red secundaria sino principal, y entre ellos Madrid-Barajas no son ajenos a estos recortes? Si volviera a suceder otro accidente en Barajas ¿habrá suficientes bomberos para hacer frente a lo que suceda, o volveremos a lamentarnos por los recortes que todo lo pueden menos con lo y los que deben?
En estos momentos no sólo vale lamentarse sino buscar responsables y que paguen por ello y prevenir para que este tipo de accidentes no vuelvan a ocurrir y, en cualquier caso, tomar las decisiones e implantar las medidas necesarias para que las consecuencias no sean, otra vez, las más trágicas, ni en este aeropuerto ni en ningún otro.
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