lunes, 16 de febrero de 2015
IMAGINEMOS EN MADRID-BARAJAS UN ACCIDENTE COMO EL DEL VUELO GE235 DE TRANSASIA EN TAIWAN EL 4 DE FEBRERO DE 2015
El pasado 4 de febrero tuvo lugar un terrible accidente a 5,3 km del Aeropuerto de Taiwán, que casualmente fue grabado por varias cámaras colocadas en vehículos que en ese momento circulaban por una autovía.
Pulsar aquí si no se ven los vídeos adjuntos(vídeo 1, vídeo 2):
Un ATR 72-600 de la compañía TransAsia, vuelo GE235, con origen en el Aeropuerto de Taipei-Sung Shan y con destino al Aeropuerto de Kinmen-Shang-Yi, ambos en Taiwán, se estrelló a las 10:54 hora local contra uno de los viaductos del río Keelung al que finalmente se precipitó, situado a 5,3 km del lugar del despegue. El balance final de víctimas es de 40 fallecidos (36 pasajeros y 4 miembros de la tripulación) de los 58 ocupantes (53 pasajeros y 5 miembros de la tripulación). Las condiciones meteorológicas eran buenas (el informe meteorológico METAR puede consultarse en la hoja de datos técnicos del accidente de la Aviation Safety Network).
La aeronave despegó del Aeropuerto de Taipei-Sung Shan a las 10:51 hora local, giró a la derecha y ascendió hasta una altura de 1350 pies. A las 10:52 sonó en la cabina el aviso de fallo en el motor del ala derecha. A los 26 segundos se puso el control de potencia del motor izquierdo al ralentí y 20 segundos después se cerró el flujo de combustible a éste motor y se apagó.
El avión comenzó a perder altura y sonaron en la cabina varios avisos de entrada en pérdida. A las 10:53 se contactó con el control del Aeropuerto de Sung Shan y se declaró Mayday por incendio en motor. Fue entonces cuando se intentó encender el motor izquierdo, lo que consiguieron aunque a los 14 segundos el avión volvió a entrar en pérdida y se estrelló contra un viaducto, donde se partió una de las alas, y luego contra el río Keelung.
Un error humano imperdonable, apagaron el motor equivocado y perdieron el control del avión que acabó estrellándose. Por muchas normas de seguridad que se redacten, aprueben e implanten, por muchos avances tecnológicos que se inventen y se implanten, etc., si no hay una correcta formación teórica y práctica de las tripulaciones que asimilen como instintivos determinados comportamientos y acciones en caso de emergencia, entonces hechos como éste sucederán con frecuencia. Si algún empresario, político o directivo, etc., iluminado por las leyes del mercado todavía se cree que los pilotos son conductores de autobuses con alas, los controladores guardias de tráfico, etc., etc., entonces vamos por mal camino, porque accidentes como éste serán habituales.
Desde Las mentiras de Barajas nos preguntamos, si este accidente hubiera tenido lugar en el entorno Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas ¿qué habría pasado? La figura siguiente lo muestra. Los círculos tienen un radio de 5,3 km con origen en los puntos aproximados de cada pista desde la que habitualmente los aviones pierden el contacto con tierra durante el despegue.
Las zonas sombreadas son aquéllas en las que el avión podría caer, porque cuando falla un motor, se apaga el equivocado y entra en pérdida sólo la teoría del caos podría explicar la trayectoria que va a seguir.
Otro accidente en el que el avión cayera a 10 km del lugar de despegue ampliaría sensiblemente el área afectada a prácticamente todos los núcleos de población del entorno, incluido Madrid capital.
martes, 3 de febrero de 2015
TRES RAZONES PARA NO PRIVATIZAR AENA
El Estado ingresará unos 4.000 millones de Euros por la privatización de AENA. La deuda pública en España se sitúa en 1.020.236 millones de euros, un porcentaje cercano al 100% del PIB. Esto quiere decir que no se trata de una privatización económica, ya que los ingresos obtenidos servirían sólo para saldar el 0,39 % de la deuda.
Tampoco es una privatización técnica, porque AENA es una empresa que cuenta con excelentes profesionales, el 99% de sus trabajadores; aunque ese 1% restante, entre los que se encuentran principalmente directivos políticos y directivos técnicos que vendieron su alma a los políticos, sea el causante del grave daño en su reputación que afecta a AENA, acosada por las consecuencias de una nefasta política de inversiones innecesarias, improductivas y que han puesto en riesgo la seguridad en varios aeropuertos, y entre los que destaca el Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas, y por sus vínculos con la trama corrupta del Partido Popular Gürtel.
Podría tratarse de una privatización ideológica, sustentada en la falsa creencia, y dogma de la derecha liberal española e internacional, que lo privado es más eficiente y funciona mejor que lo público.
También podría tratarse de una privatización de conveniencia. ¿Qué es una privatización de conveniencia? Es la mayor de las corruptelas que han tenido lugar en la España democrática ininterrumpidamente desde el año 1978; es decir, que es consustancial al sistema de partidos dominante durante toda la democracia y que por fortuna está llamado a extinguirse como un fuego fatuo, y con el que comparte origen, la putrefacción del ecosistema. Los dirigentes políticos privatizan a precio de saldo empresas que desarrollan actividades de servicio público en los sectores estratégicos de la energía, banca, telecomunicaciones y transportes, que dan beneficios consistentes, contantes y sonantes y crecientes.
Desde el gobierno de España, a través de la ministra de Fomento Ana Pastor, dirán lo que quieran, pero después del gatillazo anterior, y a pocos meses de las elecciones, esta privatización, rechazada por la inmensa mayoría de los trabajadores, por los sindicatos auténticos (como CGT y FSAI no la pléyade de estómagos agradecidos de la casta sindical), una ciudadanía harta de ver cómo los políticos hacen negocio con los servicios públicos, resto de partidos políticos, etc., continuar con este despropósito esconde motivos turbios que o mucho nos equivocamos o dentro de unos años será una parte o el todo de un escándalo de corrupción.
Las que en un momento fueron empresas públicas: Repsol, Iberia, Endesa Telefónica, Argentaria, etc., ahora son puerto de llegada de políticos salientes en el que encuentran retiros de los de a millón al año, y sus beneficios, que antes revertían en la Hacienda pública española, que somos todos, ahora engordan las cuentas de resultados de grupos empresariales privados nacionales o foráneos. Sólo una palabra define esto: SAQUEO. Y Ahora le toca el turno a lo que falta, empezando por AENA, luego irá Loterías del Estado, junto con la sanidad, la educación y el restante etcétera, porque estos sinvergüenzas lo primero que hicieron fue poner en venta su falta de integridad, falta de honestidad e indecencia.
Si tuviéramos que destacar tres de las muchas razones que hay para no privatizar AENA, desde Las mentiras de Barajas destacaríamos tres:
1. Porque es innecesaria económica, técnica y socialmente. Su privatización no va a resolver ningún problema económico ahora y sí va a privar al Estado, es decir a todos, de unos ingresos recurrentes año tras año. La gestión técnica y operativa no va a mejorar con la privatización y al contrario corre el riesgo de empeorar porque los servicios públicos que se privatizan pierden su sentido de interés general que se convierte en interés privado, lo que traerá como consecuencia un daño a la sociedad.
2. Para evitar la corrupción. Precisamente ahora ha sido posible controlar, detectar y cortar prácticas corruptas, como las iniciadas por el PP en la etapa de Álvarez-Cascos y Aznar. Una empresa privatizada es un foco de corrupción al no estar prohibidas por ley las llamadas puertas giratorias, por la que políticos acaban sus días en estas empresas con sueldos millonarios ocupando puestos de lo más variopinto e imaginativamente desafiante.
3. Porque pone en riesgo la seguridad aérea. Si bien defienden que puede evitarse con una regulación adecuada, ¿acaso la regulación financiera evitó la crisis? ¿acaso las empresas no siguen contaminando impunemente a pesar de la regulación medioambiental? En el Reino Unido tras la privatización del servicio de ferrocarriles la seguridad y la calidad del servicio cayó en picado. Quizá cuando se den cuenta del error entonces sea demasiado tarde para intervenir, y los políticos al uso nunca reconocen los errores y los achacan a la fatalidad, cuando la única fatalidad son ellos. Las empresas privadas suelen transitar por la cuerda floja en lo que se refiere a las restricciones regulatorias necesarias, y cuando lo que tenemos entre manos son aviones y mecheros, las consecuencias pueden ser desastrosas.
Hay muchas más razones para no privatizar AENA, pero una sólo de estas tres debería ser suficiente para detener este despropósito.
El daño que han hecho a la economía española PP y PSOE con sus privatizaciones totales o parciales, ideológicas o económicas, han supuesto a la hacienda española, que somos todos, la pérdida para siempre de miles de millones de euros en beneficios recurrentes año tras año, y que en lugar de ir a Sanidad, Educación, Medio Ambiente o Servicios Sociales hayan acabado en los bolsillos privados y las cuentas de resultados de fondos de inversión nacionales, en su minoría, o extranjeros, en su mayoría.
Renacionalizar AENA sería costoso, pero de justicia; lo mismo que los servicios públicos los gestionasen empresas públicas dirigidas por técnicos y no por políticos, que existiera una banca pública al servicio del ciudadano y pequeño empresario, y que los políticos sacasen sus manazas de la gestión empresarial, lo que sería además de sentido común y de mucho agardecer.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)